anatopismos

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18 abril 2008

'A ras de suelo' .


La vida corriente transcurre tan cerca que uno ni la ve y por eso la vestimos de manera que se eleve a reclamo cuando nos vemos en la necesidad de llamar nuestra atención sobre ella.
Esa revista especial al día a día para que nuestra mirada le preste atención es lo que tiene en común la obra de los artistas que se presenta ahora bajo la disculpa de A ras de suelo. Porque si no se le hubiese dado ese giro especial capaz de mover nuestro enfoque sobre las cosas, no estaríamos ante una exposición de arte y sí tal vez ante un catálogo de hechos extraídos de la geografía humana, esa parte de la geografía que uno no termina nunca de saber dónde se sitúa por incapacidad para deslindar entre mano del hombre y rastro de la naturaleza.El caso es que, con la obra que se presenta, no nos encontramos ante un simple véalo y juzgue por sí mismo, sino ante elaboraciones que elevan lo cotidiano, esas cosas que salen al paso de uno con mayor o menor frecuencia, a momento significativo del resto de los días; ya que no todos los días son iguales ni todos vistos de la misma manera por más que se repitan, y de hacerlos distintos se ocupa esta exposición de tres artistas que ejercen el acercamiento a los procedimientos habituales del transcurso social con ojos de a pie y miradas poco altivas.
En el arte siempre ha estado el que sobrevuela la realidad como si fuera el mismo genio de la lámpara y desde tales alturas pudiese mostrar lo que nadie ve porque la fuerza de la gravedad lo impide. Pero también encontramos a otros artistas que, por apego a lo convencional o por una incapacidad manifiesta para el vuelo, se sienten más cómodos con la cotidianidad y nos ayudan a digerirla hasta encontrar en ella lo que tiene de extraordinario, razón por la cual se llevó a término la primera vez y siguientes, pero que el peso de los días ha ido dejando tan abajo que nadie lo recuerda, y por eso los usos deben ser vistos del modo en que ahora se presentan, para que podamos reparar en la singularidad de unas cosas nada raras.
Esto me recuerda, y vuelvo sobre esa frontera difícil en que se sitúa la geografía humana, esos largos veranos de luz atlántica que me doy, cuando me agacho para coger una fresa en la linde de un sendero, de golpe cobra existencia para mí un conjunto de cosas que cuando bajo por el camino no estaba, porque en mis prisas y distancia no soy capaz de ver más que mis ideas, pero en cuclillas sorprendo a la fresa de la linde en su medio y acompañada de muchas otras yerbas entre las que ni siquiera resulta protagonista. De la misma forma las aproximaciones a la realidad común que realizan estos tres autores es consecuencia de una interrupción brusca de las intenciones primeras que les lleva a ver lo que está ahí desde siempre sin nuestra anuencia
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Nilo Casares